domingo, 27 de diciembre de 2009

Ho ho ho

Se oyen sus pasos sobre el tejado,
un guante blanco que asoma al cristal,
trae traje rojo, un gorro mojado,
y una barriga que no le va mal.

Como antesala, usa chimenea,
y barba blanca como identidad,
reparte al mundo y lo saborea
porque trabaja sólo en Navidad.

Ho-ho-ho

¿Que si es Santa Claus o es Papá Noel?
Ho-ho. No lo sé. No le pude ver.
En foto recuerda a un tal Weihnachtsmann
y no sé qué pinta en Puebla de Guzmán.

Pero eso da igual, dejadle pasar,
hay niños por medio, mejor no dudar.
Disculpas Melchor, Gaspar, Baltasar,
¡pero es que hasta el 6 es mucho esperar!

Papá Noel 1

Con nerviosismo y un pucherito,
tras ciertas muecas, respeto y pavor,
llegó el regalo, parte de este rito
y el desconcierto se tornó fervor.

Valió la pena volver a soñar,
aplicarse cuentos, volar a un lugar
en el que nadie debiera extrañar
al niño que ayer le hizo jugar.

Papá Noel 2

Que paseis unas Felices Fiestas en Laponia, Kuala Lumpur o donde quiera que estéis. Disfrutad de este nuevo año 2010 que se nos avecina y no perdáis nunca ese brillo que se reflejaba en vuestros ojos cuando hacíais volar la imaginación... ¡Un abrazo! Ho-ho-ho.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Monológico

Me (y os) dejo aquí uno de los últimos ejercicios teatreros que nos han solicitado en clase. En vivo y en directo supongo que será otra cosa, pero espero que os guste (al menos un pelín) también por escrito. Un monólogo basado en un miedo...

¡Qué ganas de que llegue el verano… otra vez! Vacaciones, sol, terracitas…¡sí! Camiseta y pantalón corto, heladito de vainilla…¡sí! El Chiringuito, ponerse moreno, dormir bajo la luna… ¡sí! El bikini, el volley playa y un baño en el mar… ¡ssss?!?!¡! :-o

¿Un baño dónde? ¿En el mar? ¡En el mar! ò_ó

Los océanos cubren el 71% de la superficie de la Tierra, con una profundidad media de unos 4 kms, aunque existen fosas que pasan los 11 km, hay más de cien millones de km cuadrados de fondo marino sin explorar en nuestro simpático planeta y los científicos extrapolan que hay unos 50 millones de especies marinas por descubrir.

¿Y quieres que yo me bañe ahí? o_o

Vamos a ver, no me toméis por un bicho raro ni por un gallina, que bañarme me baño en la playa si hace falta. Pero tranquilo, lo que es tranquilo en el agua no estoy. Después de dejar atrás la orilla evitando pincharme los pies con las conchas rotas, desliarme de las algas que se quedan pegadas a uno al entrar y hacer como que no he visto los peces que se adivinan al trasluz nadando sobre las crestas de olas, por fin consigo estar dentro. :S

“Bueno, yo ya si eso voy saliendo”
“Pero tío, si acabas de entrar…mójate siquiera el bañador!”

Bien, pasamos al siguiente nivel dentro de la bella y gratificante experiencia que supone el contacto con esta masa ingente de H2O salada, llamada mar: ¡Vámonos a lo hondo!

Llega el momento en el que me adentro en el mar y no hago pie, no toco fondo, levito, floto. Y ahí estoy yo, en medio del mar. Y ahí están ellos, debajo del mar y alrededor mía. Y no los veo. Y ahí mismo, mecido por el incesante oleaje que tan seguro me hace sentir, empiezo a recordar bellas historias como la que cuenta que los tiburones son atraídos por sangre, chapoteos y movimientos erráticos, que la raya tiene potentes aguijones con punta en la cola por los que segrega veneno, me acuerdo de las tiernas medusas, de las siempre juguetonas morenas… ò_ó

Zoo Acuario Madrid 1

Una cosa: si hace unos 375 millones de años y después de una evolución de unos ligeros 10 millones de años más, el primer pez, llamado Tiktaalik (que tb manda huevos el nombre), logró salir del agua gracias a su combinación de branquias y pulmones y articulaciones y aletas, ¿qué cojones hacemos nosotros ahora volviendo otra vez ahí dentro?

Con lo bonito que es un paseo por el campo, acariciar a un cervatillo, correr ladera abajo, respirar el aire limpio (sin agobios), incluso tropezar con un tronco, resbalar y caer de bruces…

Que me pase a mí algo así aquí, donde estoy, en medio del mar. Un calambre en las piernas, un corte de digestión, una buena ola, el efecto de las mareas y las corrientes marinas, un tsunami! ¿Y qué hago? ¿Llamo por el móvil a emergencias? Ay no, justo ahoooora no lo llevo encima, que me lo he dejado en la toalla debajo de la sombrilla (jooder, no está lejos la sombrilla!). ¿Los socorristas? ¡Venga ya! ¿A qué me agarro? Aquí no hay ni una mísera rama, ¡ni una barandilla! ¿A la cola de la raya? ¿O espero a que venga Flipper y me rescate? Porque de Willy, la verdad, no acabo yo de fiarme del todo. ¡Coño, que es una orca asesina!

No queda otra que asumir que estoy solo ahí fuera. Yo y el mar. El mar y yo…y 10.000 bañistas más. Me armo de valor y decido hacerle frente al gigante azul, nadando a crol a contra ola, desafiando a Neptuno y a todos los personajes de la Sirenita, valiente, tenaz, orgulloso, casi homenajeando al primer Tiktaalik que ya no me parece un pariente tan lejano… cuando de repente trago agua. Huuaaghg. Pfuajj. Y chapoteo. Y moqueo. Y me acuerdo de los tiburones y dejo de chapotear. Y me quedo sin aliento.

Zoo Acuario Madrid 1

Y justo en ese momento vuelvo a ser consciente de lo frágil que soy en ese medio. Veo facilísimo que ante un imprevisto aspire agua, se me llenen los pulmones y muera en cuestión de segundos por asfixia o parada cardíaca. O que el mar se decida a arrastrarme a sus entrañas, donde cada 10 metros de profundidad supone sumar 1 atm de presión sobre mi cuerpo, o lo que es lo mismo, 1 kg/cm2… primero se me romperían los tímpanos, luego tendría hemorragias en los senos faciales, me reventarían los pulmones…

Y cuando me quiero dar cuenta, estoy de vuelta en la orilla, con la idea clara de que lo que he dejado atrás no es un espacio natural para el hombre…o al menos para mí.
Y piso la arena de nuevo, para sentirme seguro.

Intento buscarle una explicación a esta fobia, me paro a pensar y me sorprendo identificando exactamente las mismas sensaciones y miedos en tierra cuando, por ejemplo, voy caminando entre una muchedumbre incontrolada, donde me doy un incómodo e indeseado baño de masas. O en el momento en que me vendan los ojos y no sólo dejo de ver el fondo del mar, sino todo lo demás. Cuando alguien me pide que debo dejarme llevar y siento vértigo, parecido al que provoca la marea cuando es fuerte, o cuando la vida me da un revolcón y no sé a qué agarrarme, como en medio de un océano embravecido.
Y ahí, sentado en la misma frontera entre los dos, comprendo que no es el mar ni la tierra la respuesta.
Soy yo.

Playa

viernes, 27 de noviembre de 2009

Volar sin alas

Los presentes son todos bienvenidos, pero unos más recordados que otros. A veces por el significado de los mismos, otras por el momento en que se hacen y, en ocasiones, por lo original de la idea.

Pista aterrizaje

Este tuvo una mezcla de todos esos ingredientes, que tuve el placer de descubrir cuando tras un intrigante viaje en metro y taxi, "aterrizamos" por fin en el lugar más apropiado para utilizar esa misma expresión, pero en otro contexto.

Garaje de helicópteros

Siempre me gustó volar y estaba claro que en esta ocasión repetiría... ¿Quién no ha soñado alguna vez con batir los brazos y despegar del suelo como si fuese una pluma llevada por el viento? Cierto es que hasta hoy es poco probable que esto ocurra, pero tenemos medios para acercarnos: con un avión? en ala delta? parapente? ultraligero? paracaídas? No señor, el elegido para mi sorpresa fue este coqueto helicóptero!

Mi helicóptero

Tras unas breves (pero necesarias) indicaciones sobre seguridad y plan de vuelo a cargo del piloto, presentación de los pasajeros, abrochado de cinturones y chequeo sobre el funcionamiento de las comunicaciones radio (cómo molan los cascos y el micrófono - ese sonido típico de película, todos hablando con todos, oyendo la torre de control, ¡cambio!), despegamos...

Mandos helicóptero

¿Cómo? ¿Ya? Casi sin percatarnos de las circunstancias, más que por el ruido del rotor, nuestra libélula particular se había echado a volar guiada con suavidad por las manos expertas de nuestro guía aéreo. A diferencia de un despegue en avión, aquí el momento de elevarse en el aire no pudo resultar más liviano. Eso sí, una vez arriba, impresionaban los giros que el piloto nos brindaba trazando círculos para mostrarnos detalles de los alrededores a vista de halcón.

Vistas mágicas

Hasta una exclusiva de calibre paparazzi para nuestros ojos: esto que véis aquí arriba son los escenarios que se construyen para la grabación de la última peli del Potter. Una pena que no sea muy conocedor de la saga, pero sirva de regalo para el público freaky.

¿Y el aterrizaje? A buen entendedor, pocas palabras... bueno, un poco de video basta. ¡Comprobad por vosotros mismos!

¡Una maravilla! El manejo del aparato para guiarlo con el preciso trazado que quería el piloto al punto exacto elegido resultaba sorprendente. Una sensación de control absoluto en un medio tan etéreo como el mismísimo cielo, una experiencia que no olvidaré, un regalo para enmarcar allí donde comparten sitio los sueños y los buenos recuerdos, aquellos a los que les basta con un poco de aire y una pizca de ilusión para hacerse realidad. ¡Gracias!

jueves, 19 de noviembre de 2009

Curiosidades viajeras

Sí, es verdad, ahora desde el reposo y la lejanía se da uno cuenta de que el viaje veraniego dio mucho de sí. Y eso a la hora de rellenar posts se agradece. En toda escapada que se precie surgen imágenes, vivencias, personajes o lugares dignos de ser recordados por lo particular que le resultaron a uno, comparándolos con la rutina de tu lugar de origen. Vamos allá con el ranking:

1.- Las librerías pirata
Ahora que está tan de moda la palabra, he aquí el negocio que algunos asiáticos hacen copiando libros, guías o cualquier documento que pueda venderse al mejor postor. Envueltos en plástico, con la pasta a todo color, en diferentes idiomas si hace falta, los bestsellers locales e internacionales se exponen frente al poco exigente cliente, que no repara en la calidad de impresión ni en la posible ausencia de páginas en el interior. A este precio, siempre dispuesto a ser negociado, tampoco se puede pedir más! Eso sí, nada recomendado para sibaritas ratas de biblioteca, del estilo de Firmin.

Librería pirata Hoi An

2.- El traje a medida
Toda un experiencia recomendada por muchas guías a la hora de visitar los países repletos de sastrerías express. Basta un solo día para elegir el modelo entre los catálogos de marca, señalar la tela y el color preferido para imitar el original (también aquí), dejar que te tomen las medidas y esperar algunas horas para volver a probártelo, confirmar y llevártelo sobre la marcha... un traje sin marca, pero hecho para ti, con regateo incluido, claro.

Traje a medida en Bangkok

3.- Señalización explícita
Esta curiosa señal de prohibición nos la encontramos en el interior de un taxi. ¿Está claro no? La concienciación sobre el medio ambiente supongo... o sobre la pituitaria.

Señal en taxi Bangkok

4.- El tráfico
Por último, una de las cosas que más marcó a la hora de visitar las siempre bulliciosas ciudades vietnamitas... juzgad por vosotros mismos. Aiins, y yo quejándome de la M-30!

No me digáis que no le echamos valor en ese momento de cruzar la calle...

jueves, 12 de noviembre de 2009

Desde la azotea del arte

Desde las alturas las cosas se ven de otra manera. Tal y como ocurre con el árbol que te tapa el bosque, el día a día en la gran ciudad puede resultar pesado y confuso si no se consigue compensar con algo de distancia y perspectiva de pájaro. Ese punto de vista que hace relativizarlo todo un poco, el que te susurra al oído que no es tan monstruosa la urbe, que la gente está más cerca de lo que en realidad cree, que el ruido sólo es soniquete.
Una opción es alejarse a los alrededores, otra distanciarse en vertical. La azotea del Círculo de Bellas Artes te permite esto último siempre y cuando esté abierta al público, cosa no muy frecuente. Este verano tuvimos el placer de contemplar Madrid desde ahí arriba, de día, al atardecer y de noche. Merece la pena. Espero que estas Navidades repitan la agenda del año pasado y vuelvan a abrirla al público durante unas semanas.

AzoteaCBA

Un lugar candidato a interruptor de apagado en una ciudad siempre encendida. Un sitio que sería un posible ganador como destino relajante, si abriese más a menudo y (ya que pedimos) además tuviese bar.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Videotnam

Para tener en el recuerdo, aparte de las fotos, también algunas imágenes en movimiento de este viaje por terrenos vietnamitas, dejo aquí guardado este video montado a partir de algunos retales de movies de cámaras digitales.

viernes, 30 de octubre de 2009

Highlights vietnamitas (y V)

Cerca de Hoi An tenemos tres destinos a mano que merece la pena visitar. En nuestro caso sucumbimos nuevamente al encanto de las scooters, tras duras negociaciones y persecuciones de los arrendadores: primero que si 5 dólares, que sólo una era automática y queríamos 3, same same que sí, que no, que espera, no te vayas que de repente aparecen dos automáticas, pero que a 7 dólares, que nos piramos, que sí, que no, que nos cogen del brazo, que es broma, que vale, 5 dólares, pero la gasolina aparte, adiós muy buenas, gritos, persecución, ojos como platos, venga, amigos como al principio, un cambio de casco de cabeza del ofertante a cabeza del comprador y finalmente 5 dólares. Ains, ¡qué tedio!

Playa de China

Pero sí mereció la pena, como siempre, recorrer carreteras y carriles a lomos de la moto para disfrutar en primer lugar la Playa de China. 30 kms de arenas blancas, palmeras y buenos chiringuitos donde ponerse feos a sepias, almejas, gambas, pescado y demás delicias.

Montaña de mármol

Aproximadamente en el centro de estas playas tenemos las Montañas de Mármol, con un espectacular recorrido por sus entrañas, que sorprende con inmensas cuevas decoradas con múltiples budas gigantes tallados en la piedra, también por sus vistas desde los miradores y sus pagodas.

Cuevas montana de mármol

Como su nombre indica, se trata de unos afloramientos escarpados de mármol que los oriundos utilizaban inicialmente para extraer el preciado material y tallarlo allí mismo, en los talleres a pie de monte. Pronto se dieron cuenta de que por la gran demanda, no tardarían en quedarse sin la montaña que atraía al turista y dejaron de picarla. A día de hoy el mármol lo importan de China, pero lo siguen trabajando aquí.

Montaña mármol-pueblo

Es un verdadero espectáculo recorrer las calles del pueblo y ver cómo se suceden las miles de figuras de todos los tamaños, expuestas a pie de calle, local tras local. También resulta muy interesante ver cómo trabajan el mármol para crear las figuras. Artesanía en estado puro.

Ruinas de My Son

Por último, My Son, otro destino interesante, aunque no nos transmitiera tanto como esperábamos. Para ver este lugar sí es aconsejable contratar un tour, dado que se encuentra en medio de la selva. Patrimonio mundial de la Unesco, estas ruinas del antiguo reino champa guardan restos de lo que en su día (siglo IV) fue un gran centro religioso e intelectual, aunque por el paso del tiempo y sobre todo las bombas, gran parte haya sido reducido a escombros.

Da Nang lluviosa

Los últimos días nos sorprendieron con buenos chaparrones en Da Nang y de salida al aeropuerto de Ho Chih Minh, lo que nos trastocó un poco los planes. El sur del país quedará pendiente para otra ocasión. Sin embargo, supimos sacar el mejor partido y disfrutamos, entre otras cosas, de una curiosa cena en un bar de carretera de Da Nang en el que nos convertimos de alguna manera en una atracción para los camareros, un cantante ambulante, incluso para algunas salamanquesas y también diría que para una "simpática" roedora.

Bar de carretera Da Nang

Vietnam, toda una experiencia, toda una revelación. Un buen destino con el que empezar a saborear Asia para un novato como yo.

viernes, 23 de octubre de 2009

Un balcón sin vistas

Después de sufrir una serie de olvidos imperdonables para ella, Paula tomó la decisión de hacer frente a su menguante memoria con la ayuda de la mnemotecnia. Probó con post-its sobre la nevera, nudos en los trapos de cocina, una coqueta agenda e incluso dibujos clavados sobre su pizarra de corcho. Nada funcionó más allá de la primera semana, básicamente porque olvidaba eso que debía recordarle algo. Dejaba de prestarle atención a las señales que posaba sobre puertas o paredes, no sabía en qué cajón guardaba su librillo, veía como normal encontrarse con nuevas figuritas sobre el espejo del baño, un cojín en el pasillo o un tenedor sobre la tele. Reacia a darse por vencida, analizó la situación y concluyó que debía concentrar todas esas señales sobre algo que realmente le importaba, algo que contemplaba todos los días, un lugar imprescindible, motor de su existencia, donde cualquier alteración resultaría inevitable percibir.

Inmediatamente giró la cabeza hacia su balcón y esbozó una sonrisa. Todas las mañanas ejecutaba el mismo ritual: abría las ventanas de par en par, cerraba los ojos, respiraba profundamente y parpadeaba hasta encontrarse delante la estampa más maravillosa que podrían haber soñado Van Gogh y Monet juntos. El sonido, el aire y la vista la llenaban de algo mágico, indescriptible, próximo a esa sensación que arranca las ganas de cantar o de abrazar a alguien. Aquello le daba vida. Allí debía concentrar sus esfuerzos por recordar.

Un balcón sin vistas

Por eso mismo comenzó a colgar detalles para cada cumpleaños, macetas para los aniversarios, también para las periódicas visitas a parientes, recordatorios para llamar a los amigos y familiares en el extranjero, platitos para las citas de bodas y bautizos, los asuntos pendientes en su comunidad de vecinos, flores para el pago de los recibos de luz y agua, las citas médicas, las fechas para echar la lotería, figuras para las reuniones con el grupo de ajedrez, los viajes de primavera, verano e invierno, el curso de pintura, los mails pendientes de contestar, los capítulos de sus teleseries, la compra de la semana...

Nunca más volvió a olvidarse de nada. Con el tiempo sólo perdió las vistas desde su balcón. Y más tarde, las ganas de abrir las ventanas. Acabó mirando de reojo a las señales, casi sin necesidad. Y no se olvidó de nada, excepto de la razón por la que parpadeaba cada mañana y le entraban ganas de cantar.

domingo, 18 de octubre de 2009

Highlights vietnamitas (IV)

Hue y la DMZ

Una vez abandonado el norte, nos dirigimos en tren cama hasta Vietnam central, que sería la zona en la que concentraríamos la mayoría de los días de vacaciones que nos quedaban para disfrutar de las ciudades Hue y Hoi An, incluidos sus alrededores.

Hue

Construcción residencial típica

De Hue no hay mucho que destacar, excepto quizás su ciudadela y el palacio imperial, que se pueden visitar en un día. Sí es una posible ciudad destino para contratar desde allí un tour a la DMZ, la zona desmilitarizada, creada 5 kms arriba y abajo del río Ben Hai para servir como línea fronteriza entre las entonces separadas Vietnam del Norte y del Sur. Curiosamente, con el paso de los años y la creciente escalada de la guerra, se convirtió en una de las zonas más castigadas por morteros, proyectiles, minas y encarnizadas batallas. Hoy en día se cree que el 20% del territorio vietnamita sigue siendo potencialmente peligroso por la gran cantidad de artefactos que siguen activos. Conviene no salirse de los senderos trazados...

DMZ 2

La visita sirvió para hacernos una idea de las dimensiones de aquellas batallas viendo los cabezos aún hoy arrasados por el Napalm, conocer algo mejor la historia de este país, corregir algunos de los tópicos que nos quedaron grabados del cine bélico (no todo eran llanuras de campos de arroz, en los montes se libraron duros combates también; ej. la base americana de The Rock Pile) y para meternos en el papel de lo que tuvieron que vivir aquellos lugareños, recorriendo parte de los túneles de Vinh Moc.

Túneles Vinh Moc 1

Cráter causado por impacto de bomba

Estos túneles se construyeron a tres niveles y estaban equipados con lo necesario para sobrevivir largas temporadas a cubierta de las bombas que caían incesantes desde la costa o el aire. Cocina, "sala" de reuniones, pozos, habitáculos familiares, puestos de vigilancia, incluso paritorio... eso sí, todo a escala claustrofóbica.

Túneles Vinh Moc 3

Resultaba interesante conocer cómo los vietnamitas cuidaban hasta el más mínimo detalle para no ser descubiertos o defenderse en caso de intrusión. Varias bocas de entrada y salida (también a la playa), vegetación frondosa para camuflar las obras y las bocas de entrada, incluso aprovechaban para cocinar a primera hora de la mañana de manera que el humo generado, inteligentemente dispersado por arbustos y árboles a la salida de la chimenea, también se confundía con la niebla matutina. Destaca cómo sacaron partido del agujero que causó una bomba de perforación para adaptarlo como conducto de ventilación.

Túneles Vinh Moc 2

Túnel de Vinh Moc

Hoi An

Si a Hue le faltaba encanto y algo de cuidado en sus lugares de interés, en Hoi An nos encontramos con todo lo contrario. Una ciudad perfecta para desconectar, dándose paseos por sus calles y construcciones mezcla de influencias chinas, japonesas y francesas, donde el constante acoso de los vendedores autóctonos parece relajarse. Merece la pena una vuelta nocturna a la orilla del río, con el centro reservado al tránsito peatonal y vehículos sin motor, los locales iluminados con farolillos, música ambiente, variopintos pubs con encanto y coquetos restaurantes, listos para ofrecer una de las mejores gastronomías de Vietnam.

Calle Hoi An

Balcón con farolillos en Hoi An

Algo que no se puede quedar en el tintero es la espléndida artesanía que se puede encontrar uno en cualquiera de los puestos que ponen color a Hoi An. Zapateros, carpinteros, pintores... todos exhiben su trabajo en la misma puerta de su establecimiento, que a menudo es el propio taller para elaborar el producto. Mención especial para la costura, donde a petición del cliente ofrecen cualquier modelo que la imaginación pueda abarcar, por supuesto a medida, a un módico precio y si corre prisa, de un día para otro, incluso con entrega a domicilio.

Hoi An y la costura express

Calle en Hoi An

Y los días que merecen ser dedicados a esta zona no los llenan sólo la visita a la capital, sino también sus bellos alrededores. Pero eso ya será material de otro post.

martes, 13 de octubre de 2009

Braslibabe

Hay un dicho que habla de que los niños y los borrachos son los únicos que siempre dicen la verdad. Si la verdad está ahí fuera, ¿quedarse dentro significa caer irremediablemente en la mentira? ¿Cuando un niño lleva un calzoncillo sobre su cabeza es porque está borracho? Si no lo está, ¿percibe que es mentira todo lo que le cuentan del hombre del saco y el ratón Pérez? Muchas preguntas y una sola respuesta verdaderamente mentirosa, un nuevo mito clave en el panorama de los Subperséfilos: Braslibabe!

Braslibabe furioso

Sus tres años de actividad heroica contra el crimen organizado en colaboración con los cuerpos policiales de Massachussets, Bristol y Requena le han supuesto miles de condecoraciones con forma de figuras de Winnie the Pooh, Pocoyo, Donald y otros. Su elaborada técnica del pañal lapa, la asombrosa facilidad para hablar en clave y su perfecta capacidad de mimetización en terrenos de máxima alerta como las piscinas de bolas multicolor, le han permitido formar parte de un grupo de guerreros defensores del bien y de los ositos de goma, los gusanitos y el regaliz rojo, que también es necesario proteger.

Braslibabe alerta

Como todo Subperséfilo también Baslibabe tiene a un archienemigo de armas, papillas y bibis tomar: Espidimán, un personaje tuneado de otro más conocido a nivel mundial, pero no por ello menos peligroso. Utiliza la imagen afable del original para encaramarse de la confianza de los ciudadanos, quienes inocentes ellos, conceden al mismo todo utensilio que creen poner en buenas manos: un jarrón, rotuladores indelebles, un móvil de última generación...

Espidiman

Y es entonces cuando muestra su lado verdadero, el rostro que oculta bajo ese disfraz.

¡Cuide su ritmo cardíaco, guarde la compostura y ahogue el grito (o la carcajada) que le pueda embargar! Aquí está, ya llegó, el ser que oculta en su interior. ¡Aaaahhhhrrrrgggg!

Espidiman al descubierto

Braslibabe y Espidimán. Dos caminos, un cruce, cero ceda el paso. El yin y el yan. El Cola y el Cao. Una batalla que va más allá de la conquista de un triciclo. Una lucha por el honor y la verdad. La cuenta atrás para el combate ya está en marcha: 10, 9, 14, 23, 4, 1... paciencia. Dejad que pase la eduación infantil. Paciencia.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Highlights vietnamitas (III)

Halong Bay y Cat Ba

Uno de los destinos imprescindibles de Vietnam es, sin duda, Halong Bay, al noreste del país, donde se concentran más de tres mil islas de roca caliza de diferentes tamaños, que emergen de sus aguas esmeraldas como si los mitos y leyendas que las envuelven quisieran subrayar el origen mágico de este espectacular paisaje.

Halong Bay 01

Para disfrutar completamente del tiempo que se merece esta maravilla lo mejor es contratar un tour. Nosotros optamos por el lote de tres días y dos noches, pasando una de ellas en el barco y la otra en un hotel de Cat Ba, una de las islas más grandes, con parque natural incluido. Sinceramente, el Sun Cruise, nuestro barco de madera, nos sorprendió muy gratamente.

Halong Bay 02

Una acogedora cubierta para ponerse moreno, mirar las estrellas mientras se arregla el mundo con unas cervezas en la mano o saltar desde la barandilla al agua mientras se pone el sol. Unos camarotes coquetos y bien equipados, comedor y barra, baños... un lujazo para el precio que pagamos.

Halong Bay 03

Porque, como todo en Vietnam, también el precio del tour hubo que negociarlo. Bajamos de una oferta de unos 180 $ por cabeza a unos 110 $ (si mal no recuerdo), pasando antes nuestras quejas y lloriqueos por un descuento inicial del 10%, un pequeño ajuste posterior, una llamada al jefe para bajarnos un poco más y una última llamada de la señorita que nos atendió antes de que saliésemos pitando por la puerta.

Halong Bay 2

Acabamos casi diseñando a nuestro antojo la ruta, con visita al mirador de Titop, jornadas en kayak, algo de senderismo por Cat Ba, una vuelta por una cueva imponente y la negociación de un día extra en Cat Ba, para recorrer la isla por nuestra cuenta y luego volver con el barco del tour. Incluido en el precio iban también desayuno, comida y cena, la estancia de una noche en un hotel en Cat Ba, el guía que nos acompañó e incluso una actuación sorpresa de cantos tradicionales en el propio barco. ¿Qué más se puede pedir?

Halong Bay 1

Cueva Halong Bay

Halong Bay 05

El último día lo dedicamos por completo a la isla de Cat Ba de la mejor manera posible en que se puede recorrer este y otros muchos parajes en Vietnam: a lomos de una motocicleta. Muchas carreteras y carriles para nosotros solos, pueblos escondidos en los que los zagales nos saludaban eufóricos, vistas inmensas, un refrescante soplo de aire fresco cuando le dabas al acelerador, unas siempre inesperadas nubes de mosquitos al atardecer... puajj, puff, puajjarfghh.

Cat Ba 2

Cat Ba 02

Simplemente espectacular toda esta zona. Un buen destino elegido para celebrar otro cumpleaños más, allende los mares, junto al amigo Ignacio. Y que siga la racha!

Cat Ba

No pudo ser mejor la elección del cocktail para el brindis.
Un " Around the world" para el caballero, por favor, que le va como anillo al dedo.

martes, 29 de septiembre de 2009

Highlights Vietnamitas (II)

Hanoi

El primer contacto con la capital vietnamita fue revelador: si pensábamos que el tráfico de Bangkok era una locura, esto ya era el caos absoluto. Calles infestadas de scooters sumidas en una sinfonía de motores y bocinas nos daban la bienvenida a la par que nos planteaban las primeras cuestiones al respecto: "¿cómo se cruza aquí la calle?", "¿se conduce por la izquierda o por la derecha?", "¿quién dirige en este país a la DGT?".

Tráfico vietnamita

Luego supimos que eran unos 17 millones de motocicletas los que circulaban sólo por Hanoi y eso explicaba que en cualquier callejón, por muy estrecho que fuese, siempre te podías encontrar con alguna moto (o te podían ofrecer alguna para que la alquilaras...repetidas veces...muchas veces...en todas partes).

Tráfico en Hanoi

La clave para que todo ese enjambre se moviese sin choques, cruzándose en rotondas, adelantando por cualquier sitio, compartiendo espacios imposibles con coches, autobuses y camiones, estaba en la velocidad, que no solía pasar de los 50 km/h (automóviles incluidos) y la destreza utilizando el claxon, imprescindible herramienta para hacerse notar. Aún así, considerando que la carga de las mismas scooters podía ser de lo más variopinta (una familia de 5 miembros, un puesto callejero desmontado, un mueble bar, ganado, etc.), lo cierto es que es un auténtico milagro de malabaristas y reflejos que los vietnamitas deben haber adquirido a base de experiencia, sospecho que mucha meditación, genes moteros y unos nervios de acero.

Puestos en Hanoi

Unida la tropa recorrimos el centro abarrotado de mercaderes callejeros, muchos de los cuales utilizaban sus propias casas como puestos durante el día, abriendo las amplias puertas de sus estrechos bloques de varios pisos a pie de calle. Cada calle ofrecía un tipo de mercancía, de forma que los puestos se amontonaban según la vía de la carne, del metal, de la fruta, del pescado o de la ropa. Todo esto unido a la maraña de tráfico, viandantes y voces hacían que te sintieras en un mundo que creías perdido ya en el tiempo. Por las noches esas mismas fachadas mostraban escenas familiares en el espacio donde antes vendían, sólo que ahora transformado en un modesto salón con tele, mesa baja y algún mueblecito, donde los habitantes reposaban o cenaban.

Dongs por doquier

Y ya que hablamos del tema, aunque requiera de un post aparte: ¡vaya comida la vietnamita! ¡Qué delicia! ¡Y qué precios! En los puestos callejeros, por unos 50.000 dongs ya tenías bebida y plato bien servido. En cualquier local podías cenar de lo lindo con varios platos, postre y café por 100.000 dongs. Al cambio, unos 25.000 dongs equivalen a 1 euro. ¿Cómo lo véis? Con estas cifras era normal tener en la cartera varios cientos de miles de dongs y la sensación de monopoly-millonarios nos acompañaba por doquier (sólo que sin chistera ni limusina esta vez).

Cobra la foto

Fue en Hanoi donde nos permitimos una cena algo estrafalaria que excedió la media de precios a la que estábamos acostumbrados, pero sin duda mereció la pena. Porque no todos los días tiene uno ocasión de zamparse una cobra... ¡fresquita, fresquita, oiga! ¡Que me la quitan de las manos!

Cobra fresquita

Menos mal que no se le escapó de las manos, porque el espectáculo previo delante de nuestra mesa fue completito: unos juegos al estilo encantador, la maniobra necesaria a cuchillo, unos chupitos de sangre y licor y hasta el corazón del reptil, que sumergido en el orujo y todavía latiendo, fue engullido por uno de los intrépidos comensales del equipo (pista: va pegado a una cámara y es todo corazón). Luego los siete platos que nos sirvieron, una delicia.

Cobra ñam ñam

Más de un millón y medio pagamos por la cena. ¡Qué clavada! Un momento... son unos 60 €, entre 5 personas. ¿Me cobra la cobra, caballero? ¡Que mañana vuelvo!

La cuenta en dongs