Después de haber pasado más de un mes desde aquel 11 de julio, me sorprendo a mi mismo viendo embelesado imágenes del Mundial de Fútbol africano, que parecen no cansarme, por más que se repitan. Quizás por la intensidad de lo vivido, la felicidad desatada con cada gol o porque se siente uno privilegiado al haber podido vivir algo histórico para el deporte español, las imágenes quedarán grabadas en mi retina para toda la vida y las emociones de esos días me acompañarán hasta que, esperemos, podamos refrescarlas cuando se repita un triunfo así.
Me gustó la cercanía de los jugadores, la templanza del entrenador, el juego limpio, la ilusión de la gente en la calle, los colores, la fiesta que se desató el día 11 y 12 de julio en todo el país, la gente con la que compartí los partidos previos, la final y con los que celebré esos dos días fantásticos. Me gustó que tanta gente sonriera y diera saltos de alegría en el mismo instante, como una sola voz, olvidándose de todo lo demás.
Así vivimos la recta final del Mundial 2010...