El primer contacto con la capital vietnamita fue revelador: si pensábamos que el tráfico de Bangkok era una locura, esto ya era el caos absoluto. Calles infestadas de scooters sumidas en una sinfonía de motores y bocinas nos daban la bienvenida a la par que nos planteaban las primeras cuestiones al respecto: "¿cómo se cruza aquí la calle?", "¿se conduce por la izquierda o por la derecha?", "¿quién dirige en este país a la DGT?".
Luego supimos que eran unos 17 millones de motocicletas los que circulaban sólo por Hanoi y eso explicaba que en cualquier callejón, por muy estrecho que fuese, siempre te podías encontrar con alguna moto (o te podían ofrecer alguna para que la alquilaras...repetidas veces...muchas veces...en todas partes).
La clave para que todo ese enjambre se moviese sin choques, cruzándose en rotondas, adelantando por cualquier sitio, compartiendo espacios imposibles con coches, autobuses y camiones, estaba en la velocidad, que no solía pasar de los 50 km/h (automóviles incluidos) y la destreza utilizando el claxon, imprescindible herramienta para hacerse notar. Aún así, considerando que la carga de las mismas scooters podía ser de lo más variopinta (una familia de 5 miembros, un puesto callejero desmontado, un mueble bar, ganado, etc.), lo cierto es que es un auténtico milagro de malabaristas y reflejos que los vietnamitas deben haber adquirido a base de experiencia, sospecho que mucha meditación, genes moteros y unos nervios de acero.
Unida la tropa recorrimos el centro abarrotado de mercaderes callejeros, muchos de los cuales utilizaban sus propias casas como puestos durante el día, abriendo las amplias puertas de sus estrechos bloques de varios pisos a pie de calle. Cada calle ofrecía un tipo de mercancía, de forma que los puestos se amontonaban según la vía de la carne, del metal, de la fruta, del pescado o de la ropa. Todo esto unido a la maraña de tráfico, viandantes y voces hacían que te sintieras en un mundo que creías perdido ya en el tiempo. Por las noches esas mismas fachadas mostraban escenas familiares en el espacio donde antes vendían, sólo que ahora transformado en un modesto salón con tele, mesa baja y algún mueblecito, donde los habitantes reposaban o cenaban.
Y ya que hablamos del tema, aunque requiera de un post aparte: ¡vaya comida la vietnamita! ¡Qué delicia! ¡Y qué precios! En los puestos callejeros, por unos 50.000 dongs ya tenías bebida y plato bien servido. En cualquier local podías cenar de lo lindo con varios platos, postre y café por 100.000 dongs. Al cambio, unos 25.000 dongs equivalen a 1 euro. ¿Cómo lo véis? Con estas cifras era normal tener en la cartera varios cientos de miles de dongs y la sensación de monopoly-millonarios nos acompañaba por doquier (sólo que sin chistera ni limusina esta vez).
Fue en Hanoi donde nos permitimos una cena algo estrafalaria que excedió la media de precios a la que estábamos acostumbrados, pero sin duda mereció la pena. Porque no todos los días tiene uno ocasión de zamparse una cobra... ¡fresquita, fresquita, oiga! ¡Que me la quitan de las manos!Menos mal que no se le escapó de las manos, porque el espectáculo previo delante de nuestra mesa fue completito: unos juegos al estilo encantador, la maniobra necesaria a cuchillo, unos chupitos de sangre y licor y hasta el corazón del reptil, que sumergido en el orujo y todavía latiendo, fue engullido por uno de los intrépidos comensales del equipo (pista: va pegado a una cámara y es todo corazón). Luego los siete platos que nos sirvieron, una delicia.
Más de un millón y medio pagamos por la cena. ¡Qué clavada! Un momento... son unos 60 €, entre 5 personas. ¿Me cobra la cobra, caballero? ¡Que mañana vuelvo!
mmmm, cobrita rica... cuándo podremos disfrutar de una tapa de cobra por nuestras tierras?? te imaginas? teeeeeeeeeengo cobra, tengo chopitos, tengo croquetas, tengo jamón.
ResponderEliminarJiijiji, un besito culebrilla! :P
Pues nada, que no quede por emprendedores! Me pone un bocata de cobra y unas brochetas de víbora, oiga!! Maaaarchando!
ResponderEliminarque puntazo, las fotos y el relato no tienen desperdicio.
ResponderEliminarun saludo!
Pablo
Gracias Pablo... espero seguir contando cosas de Vietnam sin desperdiciar bits. Se agradecen los comentarios! Esto motiva!
ResponderEliminaruna cena de un millón y medio!!!...(jeje)joer, la verdad es que los billetes parecen de juguete.. se tiene que hacer... entonces, ¿que nos cuentas?, ¿te hicieron la cobra esa noche?...
ResponderEliminarun bicooooo
Jajajajajaa!! Me la hicieron a la plancha, frita y en sopa, Cinza!
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