Un buen desayuno es vital para hacer frente a lo que se nos avecina y ciñiéndosos al abundante estilo germano seguro que nos proporciona el empuje suficiente para aguantar hasta la próxima Bratwurst, o Pils. Pan negro, mermelada de Johannisbeere, unas tostaditas, un capucchino per favore, mamaaaa biiibi, huevo cocido, sí, cogeré queso gouda, un croissant, maaaamaaa biiibii, mmhhh, qué buenas las lonchas de Weisswurst, un zumito?
Venga, aligerandooo, todos a la fregoneta!! ¿Cómo es que nos han alquilado al final una 9 plazas en vez de una de 7 por el mismo precio? Ni idea, pero que viva la Pepa! Nonaiiinooonanaaaaiii. Bad Vilbel, allá vamos!
¿Y el mapa? Si es muy fácil... tenemos que salir a la Friedbergerlandstrasse y todo recto. Ahhhm. Es que Frankfurt ha cambiado un poquito. Yo si me llevas al Hauptbahnhof te llevo del tirón. Llegamos!!
Ups, pequeño fallo logístico: las camisetas de manga corta no abrigan ni resguardan de la lluvia. Primera compra turística: tres paraguas, dankeschön.
Estas mismas calles las recorrimos juntos por última vez hace ya más de 17 años. Sin embargo, era como si nunca nos hubiésemos ido de allí.
A pesar del maquillaje del centro, los nuevos comercios, las extensas zonas residenciales y la actual cara del pueblo, seguía guardándose la esencia del Vilbel que conocimos. Lo significativo estaba donde debía estar, en el mismo sitio y con casi similar aspecto que el que guardábamos en la memoria: el Ritterweiher, con sus hambrientos y confiados patos, el lago que se helaba en invierno para patinar, sus columpios y toboganes...
La Stadtschule, nuestra primera escuela, con la misma fachada, el mismo patio y griterío de niños de entonces.
Das Alte Rathaus - antiguo ayuntamiento, la heladería Venezia - italiana cento per cento, el Hassia-Quellentempel,...
...y nuestra casa. Sin duda, uno de los momentos más esperados. Volvimos a encontrarnos con los Keller, dueños del edificio y simpáticos vecinos, que nos invitaron a cenar y a recordar viejos tiempos.
Incluso tuvimos ocasión de subir al piso que ocupábamos antaño, gracias a Gaby, la actual inquilina y nos preguntamos cómo fuimos capaces de vivir allí una familia de 4 miembros sin que nos faltara espacio.
Volver a tu habitación, mirar por las ventanas, entrar en el salón, subir a la buhardilla... cada vistazo hacía aflorar recuerdos ya polvorientos en la memoria, reconstruyendo rincones e historias que sucedieron tiempo atrás y a las que, aún por pequeñas e insignifcantes que parezcan, no consigue borrar el paso del tiempo: el sonido del timbre, la rinconera de la cocina, las campanadas de la iglesia, el tigre del salón, la voz de mi madre llamando por la ventana para que subiéramos del patio a comer, unos calcetines humeantes sobre la calefacción, el dibujo sobre el cristal de la puerta del baño, el olor a los brötchen del horno, la cama litera...
Otro de los acontecimientos que pudimos vivir gracias a la familia Domínguez fue un día en el huerto.
A falta de playa, finca o patio, era habitual que la gente (y entre ellos, muchos españoles) alquilaran un terrenito con huerto y espacio suficiente para una casita con cesped.
Más de un cumpleaños, día de pascua, incluso de recuerdo a la romería desde Alemania, fue celebrado allí, siempre que el tiempo acompañaba. Y volvimos a las andadas, con Würstchen, Nudelsalat y Bier incluidas!
En definitiva, pensamos pasar por nuestro antiguo pueblo sólo un par de días y tuvimos que añadir alguno más, ante los continuos encuentros e invitaciones con que nos fueron obsequiando.
Desde aquí, gracias y vielen Dank por todo y für Alles a: los Keller (en especial a Melanie), Gaby, la familia Domínguez, los Schulz (nett dich wiedergesehen zu haben, Nicola), a Antonia del Venezia Eis, a María José, Bartolomé y familia, a Joaquín y Puri, Andrea y Nico, Lolo y padre, Gine, los Hinojosa y la familia Cuaresma (en próximos posts, más).
Sin vosotros, no habría sido lo mismo. Gracias por volver a hacernos sentir como en casa.
Que blog mas bonito Japogo!!!la verdad que es habreis pasao días inolvidables recordando vuestra infancia y todo lo que en esa época de vuestra vida os rodeaba...¡¡¡tiene que ser bonito!!se os nota en la cara de cada una de las fotos, que disfrutabais con lo que en esos momentos estabais viviendo...que way!!!ya nos contareis mas detalles.UN BESAZO GORDO!!!
ResponderEliminarGracias quetecomo! La verdad es que sí, hemos degustado cada instante teniendo en mente lo irrepetible y especial que era la ocasión. Y ahora de vuelta en la capitaaaal... nos vemos y nos contamos!
ResponderEliminarSi me he emocionado yo y todo que nunca estuve allí. Estaba pensando que pasará con mi casa de Torrete y si dentro de muchos años volveré y diré, aquí viví yo. Que sensación...
ResponderEliminarMe alegro de los reencuentros y de que lo unierais con las nuevas generaciones. :)
Un abrazo!!!
Zenkiu Ignacio! Lo de las nuevas generaciones fue también muy significativo... facilitaron aún más tu propio regreso a la niñez.
ResponderEliminarLa verdad es que salió todo como lo habíamos planeado y todo seguía como lo recordábamos, la gente, las calles, los olores,...incluso el clima.
ResponderEliminarQue bonito Japogo, ¿no hay más?