Suenan las campanadas de las dos de la tarde cuando los dos amigos entran en el bar Kunta Kinte, enguachinados por la tromba de agua que les ha caído encima. Dentro, la barra está repleta de cazadores en traje de camuflaje, unos más contentos que otros, en las mesas se amontonan botellines vacíos, hay cáscaras de cacahuetes por el suelo, un par de perros carrizos esperan a su dueño bajo la cubierta de la entrada, Alonso jala (2) a Diego del chaleco para bromear con la poca carga que ha traído, se oyen voces desde una esquina del local a la otra.
"¡Se va a llenar el pantano nuevo!"
"¡Qué hartón (2) de agua, madre mía! Como siga lloviendo así no voy a salir nunca de aquí y la pea va a ser menuda, ya verás..."
Antonio echa mano del purrón (porrón) y sacia su sed.
"Buff,¡qué pechá (pechada) de correr nos hemos dado...y total pa' ná."
Manuel busca un hueco junto a la chimenea y su cercanía al fuego hace que le empiece a humear la ropa. Fija la mirada en las llamas que envuelven a los troncos de encina y deja de parpadear durante un buen rato. La atracción hipnótica que desde siempre le ha causado el color y el movimiento mágico del fuego, lo lleva a ausentarse nuevamente, a no oír ni ver a la gente que le rodea, pensando: "No me creo que el sarnoso (2) de Luis se ande camelando a esa. No me lo creo. Pero como sea verdad, se va a llevar una manta (7) de palos que va a ver. Y ya puede venir la machorra (4) de su hermana a decirme misa, que no se escapa. No le tengo miedo ni a la marimacho, ni a ninguno de su familia..."
"¿Me quieres echar cuenta (10) de una vez?", vocea Antonio mientras zarandea levemente a Manuel Peña, "¡Que te llevo llamando un rato desde la barra, hijo!".
Cuando Manuel reacciona y se decide a pedir un refresco, ve a su abuelo entrando por la puerta, rengado por el peso del puesto y el reclamo.
"No puedo con la bocha (barriga - quizás del francés bosse = bulto, joroba) ya...".
Manuel aprovecha el momento para despedirse fugazmente de Antonio y opta por ayudar al viejo con su carga de vuelta a casa.
"¡Nos vemos esta tarde Antonio!"
"A ver si es verdad, ¡que parece que estás ennortao (posiblemente de norteado)!"
Con las capuchas puestas avanzan nieto y abuelo dejando atrás la Cebadilla para pasar poco después por delante del bar de Charratelo, momento en el que empieza a remitir el chaparrón.
Dentro se sirven revoltillos (2), platos de "papá" (papada (2)) y tomates rajados, junto a tanques (4) de cerveza. El olor que escapa por la puerta para llegar a la nariz de Manuel Peña hace que le empiece a rugir el estómago, imaginando encontrarse a su llegada a casa con sus platos favoritos: un suculento guiso de turmas o un revuelto de gurumelos. Pronto asume que por un lado no están en la época propicia para ello y por el otro, siendo domingo, seguro que toca puchero, plato que junto a la pringá (pringada (2)) que prepara su madre no tiene nada que envidiar a los anteriores. "A ver si hay suerte y lleva también pestorejo", piensa mientras se le hace la boca agua.
A media altura de la calle Larga se oye rebullicio desde un patio en el que, por el olor a pelo quemado, Manuel adivina que están de matanza.
Su curiosidad lo empuja a asomar la cabeza por el postigo: ve a unos con el soplete en la mano, otros raspando la piel quemada del cerdo, hay quien cuelga jamones y chorizos de un largo palo, sobre una parrilla se sazonan asaduras (3) para picar, ellas giran el molinillo y rellenan tripas para morcones y salchichas, otras preparan barreños con especias, alguien arrebaña (2) el último trozo de solomillo que quedaba en un plato, está todo envarbascado (2), algunos desperdicios (2) se amontonan en un saco junto a la puerta y Manuel piensa que las paredes van a necesitar un buen blanqueo (2) antes de la primavera.
Justo entonces desvía su mirada hasta la única ventana de la casa que da al patio y se encuentra con unos ojos inconfundibles que lo observan desde el interior. Preso de un pánico irracional, con una mezcla de vergüenza y arrebato, retrocede y se golpea torpemente la cabeza, para luego salir escopetado calle arriba, corriendo para alcanzar al viejo que ha continuado con su camino.
Con la mirada fija en el suelo, acelera a zancadas sobre el empedrado, ve pasar decenas de piedras ante sus ojos, piedras, muchas piedras, pasó con ella parvulitos (parvulario), pasan piedras, cientos de piedras, pasó aquel tiempo en que jugaba a los rionces (canicas) y al trompo, pasan piedras, miles de piedras, pasó aquel día con ella en los coches tope (coches de choque), pasan piedras, demasiadas piedras... pasó el tiempo en que jugaron al esconder (2).
Ahí están Manuel Peña y los demás!!! refrescando la garganta!!!
ResponderEliminarMaestro Ponch, me está encantando está serie. Pocas maneras mejores hay de hacerle un homenaje a tus origenes. Esperemos que siga un poco más.
Las fotos son geniales. Completamente de reportaje. La de los jamones es brutal. :) Me encantaaaaa!!!
Que piropee las fotos un artista de la fotografía como tú es un buen motivo para empezar el día sonriendo. Gracias!
ResponderEliminarEn cuanto a la serie... todavía queda algún capitulillo.
pues fíjate que me gusta el cambio que ha pegado la historia.. jeje.. esto de acuerdo con la foto de esos 4 jamones y 4 lacones!!!!... que ricos!!!!.. useasé, dos cerditos!!!.. pobrecillos!!!.. pero que ricos que están....
ResponderEliminarUna cosa que me ha sorprendido es que no aparezca "parvulitos".. nosotros por aquí, también le llamábamos así.. y estamos en la otra punta del país. curioso....
(tres semanas!!!.. empiezo a no mear.. de los nervios...)
primo que onito, que romantico, que de piedras, y que de menos se echa la matanza. lo que no es cierto es lo de el kunta kinte con las mesas llenas de botellines, no digas mas mentiras, que la gente que no lo conozca pensara que en ese bar se bebe mucha cerveza. Por cierto, el sabado 26 actua faemino y cansado en la sala, en aluche, si te interesa dame un toquesiyo y echamos una risa, no se si manuel peña querra venir, la marimacho me ha dicho que no.
ResponderEliminarCinza, nosotros a los lacones los llamamos paletillas, pero en lo de parvulitos estamos de acuerdo.
ResponderEliminarÁnimo con la recta final!! Los últimos metros son los más importantes, o sea que adelante!
Tito moro, buena idea lo de Faemino, si no fuera porque tengo dos cumples ese mismo día! Jaaarl. De todos modos te lo recomiendo totalmente, arrastra al personal que seguro salís de allí con dolor de carrillos.
Emplazados quedamos hasta el siguiente capítulo!
ResponderEliminarCada loco con su tema, pero de esta entrega me quedo con la palabra "blanqueo". Pepi tráeme la cal, que ya que me he puesto...
Jejejeje, sí Pierre, hay que blanquear que el verano es muy duro y hay que mantener la casa fresca! Seguiremos con más palabrillas.
ResponderEliminarPiiiintooooooor, que piiintas...
Más palabrejas "andaluzas" jaijijijijijj
ResponderEliminarGeniales!!!!!!!!!!
GRACIAS OTRA VEZ!!!
Abrazos
Emma
A tí Emma, por pasarte por aquí. Estamos a falta de un capítulo de palabrejas más... que me he dejado algunas en el tintero. Otro abrazo pa' tí.
ResponderEliminarEnhorabuena japogo, esperamos mas capitulos.
ResponderEliminarDe un puebleño que espera la cola para la loteria contigo.
hanlec, me alegra verte por aquí!! Hay 4 capítulos en total, éste en el que comentas, es el tercero. Si quieres verlos todos puedes pinchar sobre la etiqueta "Lugares", allí los encontrarás.
ResponderEliminarPor cierto, seguimos haciendo cola lotera, no hay forma de acertar!!
Un abrazo!