¿Quién no ha tenido alguna vez tanto hambre que ha empezado a soñar con platos gigantes de pasta, desproporcionadas pizzas, enormes hamburguesas y litros y litros de refresco, cerveza o vino? Muchas veces el propio Homer Simpson ha sido objeto de nuestra envidia, al verlo zamparse un chuletón de campeonato sin pestañear siquiera... incluso los Picapiedra y sus barbacoas con costillares de saurio nos han hecho preguntarnos, con la boca hecha agua, por qué demonios se extinguieron esos cuadrúpedos "tan pronto". Pues bien, los sueños, sueños son y los dibujitos, tres cuartos de los mismo, no pueden hacerse realidad. ¿O quizás sí?

En un lugar de Germania, donde las faldas del Taunus lindan con el pequeño pueblo de Hofheim, a pocos kilómetros de Frankfurt, podemos encontrarnos con el Waldgeist, que traducido al español significa el espíritu del bosque, pero nada tiene que ver con un elfo mágico capaz de convertir tu ración de comida en un banquete.

Es mucho más sencillo: un restaurante a las afueras de la urbe, rodeado de bosque y campos de cultivo, así como de instalaciones deportivas que, digo yo, harán su buena función para aquellos que antes de entrar necesiten aumentar algo más el apetito. Porque apetito es algo que no debe faltar.

Y es que en el Waldgeist todo lo que se sirve puede ser muy grande: la bebida, la comida, los postres, no hay discriminación gastronómica alguna y lo más curioso es que las dimensiones no afectan para nada al sabor y la calidad de lo ofrecido.

Tampoco los precios son desorbitados, siempre y cuando consideremos que tendremos que escalar los euros en función de los kilos o litros solicitados al amable servicio que nos atiende.

Si echamos un ojo a la carta, podemos encontrarnos platos desde la talla XXL hasta la XXXXXL, ordenaditos todos ellos según peso o diámetro: Schnitzel de más de 2 kg, hamburguesas de 30 cm de diámetro, una Currywurst de 600 g, pavo a raudales, mares de costillas...aaahahhhrrrg. Espero que no os haya pillado a ninguno con hambre.


Y si aprieta la sed (que apretará), no hay problema con pedir 2 litros de cualquier refresco, cerveza o vino. ¿Postre? Tenemos verdaderos copones de helado de hasta 44 bolas y podemos acompañarlo de un sabroso litro de café. Y la copa, ¿qué? Mojito de 3 litros, cocktails de 4 l, copas de 2 l, incluso una especial de hasta 8 litros. Buuuuurp!

Tengo entendido que al que es capaz de jamarse un Schnitzel especial de la lista, de 2,25 kg con su salsa y sus patatitas, le sale gratis la proeza. Por lo visto hay un tipo que se ha hecho famosete por allí al haberlo logrado en alguna ocasión. De todos modos, que nadie se me asuste, que la gente tan bruta tampoco es. Al final de la comilona los camareros suelen repartir papel de aluminio para que los comensales se puedan llevar a casa aquello que haya sobrado, que normalmente no suele ser poco. Zum Mitnehmen bitte!

Debo decir que los que tuvimos el placer de ir, no fuimos temerarios a la hora de pedir cantidades que pudieran superar en suma nuestro propio peso corporal, pero sí arriesgamos lo suyo... que tenemos un prestigio, por favor! Sobró algo, pero no como para envolverlo y llevárnoslo a casa.


El local funciona al parecer a las mil maravillas (tan abarrotado se hallaba, que hubo que reservar mesa un par de semanas antes y sólo encontramos hueco entre las 4 y las 6 de la tarde) y se está haciendo famoso en toda Alemania y el extranjero. Es la excusa perfecta para cualquier celebración, comida de empresa o reencuentro (como era el caso) y echar unas risas. Aquí tenéis más información y fotos del lugar.

Desde aquí, mis felicitaciones a Eva por su cumpleaños y nuestro agradecimiento a ella y a Julián por organizar este día en Hofheim junto a familia y amigos.
La próxima vez intentaremos encontrar alguno similar por estos lares. Me suena a mí uno en el que sirven chocos gigantes, donde no me importaría repetir. Todo se andará...