Hoy en día tenemos más medios y formas de comunicación que nunca antes. El simple esquema del emisor, el canal y el receptor ha engordado tanto, que no resulta inmediato distinguir todas las posibilidades que se nos presentan. Si partimos de variables como el número y el tipo de remitentes/destinatarios o la versatilidad/complejidad de los mensajes, podemos imaginarnos un sinfín de situaciones en las que nos comunicaremos según el entorno, las herramientas y los interlocutores.
Vía sms, utilizando Facebook, escribiendo a una lista de correo electrónico, por móvil, en privado, por fijo, por carta, para todos, con Twitter, utilizando el chat, sólo para mi grupo, con Skype, comentando en un foro, usando Bluetooth, por medio de un blog, por megafonía, entre tú y yo, con morse, por mensajes de voz, en braille, por videoconferencia, para mí mismo, jugando online, con silbidos, a voces, a gritos, susurrando...
¡Tantas formas para poder decir tantas cosas!...y, sin embargo, cada vez nos cuesta más decir las pocas que importan a quienes nos importan. Más difícil aún si utilizamos el camino más sencillo: a la cara y de viva voz. Curioso, ¿no?
Hoy, una curiosa manera de enviarnos un mensaje anónimo recurriendo a la originalidad y el medio urbano. Que cada cual lo interprete como quiera... (Barrio de Malasaña, verano 2010)