Este tuvo una mezcla de todos esos ingredientes, que tuve el placer de descubrir cuando tras un intrigante viaje en metro y taxi, "aterrizamos" por fin en el lugar más apropiado para utilizar esa misma expresión, pero en otro contexto.
Siempre me gustó volar y estaba claro que en esta ocasión repetiría... ¿Quién no ha soñado alguna vez con batir los brazos y despegar del suelo como si fuese una pluma llevada por el viento? Cierto es que hasta hoy es poco probable que esto ocurra, pero tenemos medios para acercarnos: con un avión? en ala delta? parapente? ultraligero? paracaídas? No señor, el elegido para mi sorpresa fue este coqueto helicóptero!
Tras unas breves (pero necesarias) indicaciones sobre seguridad y plan de vuelo a cargo del piloto, presentación de los pasajeros, abrochado de cinturones y chequeo sobre el funcionamiento de las comunicaciones radio (cómo molan los cascos y el micrófono - ese sonido típico de película, todos hablando con todos, oyendo la torre de control, ¡cambio!), despegamos...
¿Cómo? ¿Ya? Casi sin percatarnos de las circunstancias, más que por el ruido del rotor, nuestra libélula particular se había echado a volar guiada con suavidad por las manos expertas de nuestro guía aéreo. A diferencia de un despegue en avión, aquí el momento de elevarse en el aire no pudo resultar más liviano. Eso sí, una vez arriba, impresionaban los giros que el piloto nos brindaba trazando círculos para mostrarnos detalles de los alrededores a vista de halcón.
Hasta una exclusiva de calibre paparazzi para nuestros ojos: esto que véis aquí arriba son los escenarios que se construyen para la grabación de la última peli del Potter. Una pena que no sea muy conocedor de la saga, pero sirva de regalo para el público freaky.
¿Y el aterrizaje? A buen entendedor, pocas palabras... bueno, un poco de video basta. ¡Comprobad por vosotros mismos!
¡Una maravilla! El manejo del aparato para guiarlo con el preciso trazado que quería el piloto al punto exacto elegido resultaba sorprendente. Una sensación de control absoluto en un medio tan etéreo como el mismísimo cielo, una experiencia que no olvidaré, un regalo para enmarcar allí donde comparten sitio los sueños y los buenos recuerdos, aquellos a los que les basta con un poco de aire y una pizca de ilusión para hacerse realidad. ¡Gracias!