A pesar del desgaste físico y mental que ha tenido que afrontar este hombre, sigue quedando en él ese destello de genio que resurge cuando toca las cuerdas de su guitarra. Impresiona ver cómo Miguel es capaz de puntear su instrumento con sólo dos o tres cuerdas y llenar el aire de su música, sin sonar incompleto. Impresiona ver cómo tras esa flacidez, ese rostro arrugado y esa mirada perdida sigue apareciendo aquel que fue. Impresiona saber que a pesar de todo lo que uno puede cambiar, por voluntad propia o ajena, siempre queda algo suyo en su interior, indestructible, propio. Ilusiona saber que ese ego es la base para ser capaz de cambiar todo lo demás.
jueves, 21 de febrero de 2008
Antes y después
A pesar del desgaste físico y mental que ha tenido que afrontar este hombre, sigue quedando en él ese destello de genio que resurge cuando toca las cuerdas de su guitarra. Impresiona ver cómo Miguel es capaz de puntear su instrumento con sólo dos o tres cuerdas y llenar el aire de su música, sin sonar incompleto. Impresiona ver cómo tras esa flacidez, ese rostro arrugado y esa mirada perdida sigue apareciendo aquel que fue. Impresiona saber que a pesar de todo lo que uno puede cambiar, por voluntad propia o ajena, siempre queda algo suyo en su interior, indestructible, propio. Ilusiona saber que ese ego es la base para ser capaz de cambiar todo lo demás.
lunes, 4 de febrero de 2008
El otoño dura lo que tarda en llegar el invierno
Aprendimos sobre la flora y la fauna que abundaba en los alrededores de los ríos Lillas y Zarzas, sobre uno de los bosques de hayas más meridionales de Europa, sobre los pinares de repoblación y el impacto que suponen en el paisaje tradicional, sobre el clima frío y húmedo que favorece la arboleda que allí presenciamos, sobre hayas centenarias que conviven con robles, serbales, mostajos, avellanos, pinos, brezales y jarales, tejos, acebos y abedules, sobre corzos, zorros, gatos monteses, águilas reales, tejones, comadrejas, jabalíes y rapaces nocturnas.
- por un juego consistente en lanzar un tejo con tal de derribar un taco de madera colocado a cierta distancia. Alrededor de este espectáculo se reunía mucha gente y los jugadores que eran incapaces de insinuarse directamente a la persona por quien se interesaban, lanzaban el tejo a sus pies.
- por una costumbre de plantar junto al atrio de las iglesias un tejo, de forma que bajo su sombra los jóvenes se reunían para charlar y divertirse. Cuando un mozo pretendía a una chica cortaba una ramita del tejo y se la lanzaba.
- en algunos pueblos las mozas arrojaban semillas de tejo sobre los chicos casaderos, para buscar marido.
También tuvimos ocasión de ver una reconstrucción de una antigua carbonera. El sacrificado y peligroso oficio del carbonero, casi extinguido ya, se plasma muy bien en la película Tasio de Montxo Armendáriz.
El trabajo consistía en cubrir enormes pilas de leña con musgo y ramas tiernas, para luego prender la leña de la parte inferior y dejar que se quemara durante días con el fin de obtener el carbón vegetal. Aparte de vigilar durante día y noche la carbonera, era también común subir hasta la cima de la pila y pisarla para comprobar que todo estaba secado y endurecido, ocurriendo que a menudo murieran los carboneros al caer dentro de este horno.
De vuelta a casa visitamos el pueblo de Majaelrayo, una localidad de unos 65 habitantes, incluida en la llamada comarca de la Arquitectura Negra. Las construcciones tradicionales están hechas con pizarra principalmente y dan a estos pueblos un aire frío, robusto y peculiar, recordando a ese carbón que hace ya tiempo fue uno de sus sustentos principales.