miércoles, 26 de diciembre de 2007

Pudo suceder en la Puebla de Guzmán (I)

Puebla de Noche

A las 7 de la mañana, cuando los primeros ladridos desde los Cuarteles anuncian la impaciencia de los perros por el arranque de la veda general, suena el despertador en el cuarto de Manuel Peña. Medio "cuajao" (2) alarga el brazo hasta la mesilla de noche y calla de un manotazo la campanilla del despertador que le anuncia un nuevo día en el pueblo. Se levanta a duras penas, echa mano de pantalón y camisa, se calza las alpargatas y renqueando se dirige hasta el baño donde el agua fría que se salpica a la cara acabará por despejarle del todo. Antes de salir al largo pasillo en el que desembocan las cuatro habitaciones de su casa de gruesas paredes y fachada encalada, se mira en el espejo un barrillo que le ha salido justo en la punta de la nariz y relata (3) malhumorado:"¡En "toa" la napia (= nariz-del genovés nappia)! Vaya pinta de "abombao" que tengo..".

Cuarteles 2

Cuarteles 1

En la cocina ya huele a tostadas de pan de jara y a café portugués.

Desayuno con jamón

Su madre se ha levantado para preparar al abuelo y al pequeño de tres hermanos el sustento que necesitarán para que el día en el campo sea llevadero. El abuelo picotea de una torta de chicharrones (3) y se echa una migajita (2) de café más, mientras observa al reclamo que va a probar en "la Colá".
"¡Acurrúcate en la jaula perdigón (3)!", murmura. "Que luego vas a pasar frío...".
"Ese no vale 'pa ná', ya se lo dije a Usted el día que lo trajo el vaina (9) de Pedro.", replica el nieto. El viejo mira al pájaro sin pestañear, mientras continúa con su retahíla de bondades sobre él: "Déjalo estar, que es pollo de este año y aún se tiene que hacer. A este con un par de salidas más le va a responder el campo que va a dar gusto. Ya verás, ya...".

Reclamo

Manuel Peña no acompañará al abuelo al puesto (10) esta vez. Ha quedado con Antonio para poner la liria en un cercado por encima del Dique.
"Ma, échame medio morcón y un cacho pan en la talega pa' luego... por si nos entra hambre." Las jaulas con los jilgueros, la navajilla en el bolsillo y el tabardo (2) en mano... todo está listo, sólo a la espera de que llegue Antonio, mientras el reloj acerca sus manillas a las 7 y media de la mañana. Cuando el chaval empieza a impacientarse, por fin oye cómo se abre el postigo (2) y chirría poco después el cerrojo de su puerta. "¡Venga ya, haragán!", vocea Manuel Peña desde el portón, "¡Que se te han vuelto a quedar pegadas las sábanas!".

Calle Cabezo

Casa Ducal

Parroquia Santa Cruz

Ambos salen a la calle recibiendo un fresco aroma que a esa hora envuelve a la Puebla de Guzmán en un manto invisible de olor a jara y eucalipto y recorren animosos las calles empedradas (4) que bajan hasta la Plaza de la Cebadilla.

Cebadilla


Vistas Divisa

Durante el trayecto se cruzan con cazadores en coches provistos de remolques con rehalas (2), oyen a alguien cantar por fandangos desde el Bar los Labradores y se encuentran con las mujeres más madrugadoras que, en bata, han empezado a barrer sus puertas.

Puebla de día

En el Bar la Parada la máquina de café no da abasto. La trapatiesta y el vocerío de los que van a salir de montería o a la sierra al salto (-ver cazar al "salto"-), contrasta con la tranquilidad y el silencio del resto del pueblo. En la barra se sirven copas de aguardiente para ir calentando motores y las carcajadas se suceden al bromear sobre la pericia de los escopeteros (2):

"¡Dale otro buchito (3) a la copa, Andrés, a ver si así atinas hoy!"
"¡A ver si atinas tú y te invitas a algo, gandul (2)!"
"Mira quién fue a hablar... ¿será por roñosos (4)? Me apuesto una copa a que te vienes de tarugo (se le colgaba al que no traía caza alguna de vuelta), que ya no estás para andar por ahí de mancha en mancha (4)..."
"No seré yo el que está de buen año... a ver si eres capaz de subir el primer cabezo que te encuentres. Ya hablaremos cuando contemos los conejos que trae cada uno en el morral."
"Vale, pero no me seas fullero, ¡que eres capaz de comprarlos por el camino!"
"¡Te quieres ir...! Ni cazando gamusinos me ganas tú a mí..."

Cazadores Puebla

Manuel Peña y Antonio se miran con media sonrisa en la boca y siguen su camino dejando el pueblo atrás.

Pinos Ratera